Habrás conocido a alguno, seguro. Todos son quejas, lamentos y lloriqueos. Pues no te creas, tiene su mérito, no es tan sencillo. Para amargarte la vida, has de seguir unas estrategias de manera rigurosa, focalizada y perseverante. Estrategias como estas:

  1. Esperar mucho de los demás. Es una de las claves que te garantizan la infelicidad de manera más eficaz. Esta estrategia tiene que ver con la idealización del otro, fase a la que suele preceder de manera rápida y brusca el momento de desengaño, en el que la persona se siente frustrada, decepcionada y dolida. Las personas que esperan mucho de los otros, con cierta frecuencia tienen fuertemente arraigado el hábito de “además no te digo lo que espero de ti”. La combinación de ambos elementos resulta terriblemente efectiva en términos de amargarse la vida.
  1. Fijarse en los defectos de los demás. Pero por supuesto se hace en honor a unas enormes dosis de objetividad, sinceridad y con afán de ayudar al otro para que pueda mejorar. (léase por favor con tono irónico) La base de este hábito está fuertemente relacionada con una bajísima autoestima que obliga a la persona a adoptar una mirada exageradamente crítica con los demás para intentar compensar el sentimiento de inferioridad que realmente le domina.
  1. Atribuir mala fe al otro. Cada vez que haya una confusión, un desencuentro, un error o una dificultad, la respuesta automática es que el otro es muy malo, se equivoca de plano y en el mejor de los casos es un incompetente integral. Creerse en la posesión absoluta de la verdad y considerar a los que tienen planteamientos, intereses o perspectivas distintas como “los malos de la película”, supone un lastre enorme para la flexibilidad y la construcción positiva de relaciones, aspectos clave para nuestra felicidad.
  1. Dar cosas por supuestas. “A estas alturas, deberías saberlo” “No te lo dije, pero era obvio” “Hombre, es que hay cosas que son evidentes, que no hay que preguntarlas” Frases de este tipo, nos sirven para justificar una actitud que no contribuye en absoluto a nuestra felicidad. Actuar y tomar decisiones en función de prejuicios, hipótesis no confirmadas o antiguos patrones, nos hace cometer graves errores con efectos directos en nuestro bienestar.
  1. Esperar el cambio de los otros para después cambiar uno mismo. Qué cambie la empresa, que cambie mi mujer, que cambien los políticos, que cambie el país, que cambie… Que cambie todo el mundo menos yo, y después ya cambiaré yo. Cualquier cosa menos la autocrítica, que duele mucho.
  1. Mantener aspectos de nuestra vida que no se quieren. Pequeñas molestias, relaciones tóxicas de baja intensidad, incomodidades que parecen nimias… Son aspectos que parecen menores pero van minando la serenidad y la plenitud en el día a día. A veces somos expertos en no abandonar, ni modificar, ni aceptar las cosas que nos hacen sufrir. Pero es que claro, son nuestras cosas.

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