En esta nueva semana de confinamiento (ya no para tod@s) se ha generado un flujo de realidad desde nuestro interior hacia el exterior y desde lo exterior hacia nuestro interior. La realidad ha sido capaz de transformarse en potentes emociones y sentimiento, donde hemos vivido y sentido el miedo y asombro al ver romperse los cristales que nos protegían de un mundo más amenazador que nunca, llevándonos en danza con los enfados, la incertidumbre, el sufrimiento, la esperanza, la ilusión, la ternura y la solidaridad.
Leemos teorías que intentan explicar el porqué de este virus que ha sido capaz de pararlo todo. Todas tienen su sentido y alguna será la verdadera, pero sea la teoría que sea -o la suma de todas-, se ha generado una tormenta perfecta, una tormenta externa y una tormenta interna, el In & Out.
El Out, la tormenta externa que todos estamos viviendo; un virus muy agresivo que pone en jaque la salud de las personas y bloquea los servicios sanitarios, donde ningún fármaco lo puede parar y obliga a confinar a la población para frenar la pandemia y, con ello, frenar la actividad humana (económica) en el mundo; que no la actividad (vital) de la Naturaleza.
El In, la tormenta interna, mucho más profunda, silenciosa, penetrante y a la vez interesante. Nos confinamos (los que deben) en pareja, en familia y en soledad, y la tormenta emerge y se sienta a nuestro lado invitándonos a serenarnos ante el miedo, temor, asombro y pena que sentimos.
Uno de los mejores consejos escuchados estos días por algún maestro espiritual humilde y sencillo, es recoger esta invitación tormentosa e irnos hacía dentro, hacia nuestro bello y poderoso corazón para darnos cobijo durante la tormenta. Aún teniendo familia y pocos momentos de soledad, siempre hay un espacio para volver al interior que tanto lo hemos olvidado, y recogernos con nuestra luz y conectarnos a nuestra sabiduría e intuición para sanarnos y darnos un respiro.
Y desde la calma escuchamos los pájaros, el viento, las nubes y pensamos y sentimos por los que sufren. La calma nos serena mientras la tormenta externa sigue rugiendo, y poco a poco conectamos con aquello que podemos hacer para que la tormenta acabe y no vuelva más. Llega la visión de querer cambiar el mundo, porque deseamos decir basta a este modelo egoísta y absurdo. Queremos y sentimos estos días que la solidaridad se expanda por todos los rincones. Linda palabra, solidaridad, que tiene el poder para afrontar y superar esta crisis tanto en el In como en el Out.
El In, la solidaridad sanitaria.
Confinándonos en casa nos cuidamos y protegemos para no contagiarnos, para no propagar el virus, cuidar a los mayores y más débiles para dar aire a los sanitarios y al personal de los hospitales. Es un acto de comprensión, compasión y, sin duda, de amor. Es un esfuerzo vital, personal y profesional, pero que nos reconforta y nos une. Cada vez que aplaudimos al personal sanitario, ese amor solidario corre por el cielo hasta todos los hospitales, estoy segurísimo.
El Out, la solidaridad financiera.
Esta crisis también se supera con solidaridad en las finanzas. Extraño oxímoron, ¿verdad? Finanzas y solidaridad. Lo vemos más en detalle: llevamos semanas cerrados, con las máquinas paradas (menos algún sector esencial); donde hay un señor que hemos confundido desde hace años con el que nos trae la felicidad y el placer. Se llama señor dinero. Se está poniendo nervioso, porque no entiende qué significa la solidaridad y quiere activar las máquinas de nuevo, sin ningún ápice de compasión por la emergencia sanitaria, poniendo en jaque el esfuerzo común de tod@s.
Cree, el señor dinero, que puede hacer más ruido y miedo que la tormenta con la estamos lidiando. Y es cierto que puede, pero solo si le dejamos. Al final, este señor dinero, materialmente hablando, es un papel, un número en una cuenta, unas sumas y unas restas. El dinero es tal cuando se sustenta en la confianza. Confiamos en que hacemos cosas que tienen un valor y lo vinculamos al dinero, y este es el vínculo: la confianza. Quizá hemos confiado en exceso y hemos apostado casi todo al señor dinero, pero resulta que cuando más necesario se hace recuperar esta confianza depositada para que ayude a sustentar la esforzada solidaridad sanitaria, resulta que se revuelve y se enfada de manera desmesurada para empezar a exigir.
Difícil momento para tod@s. Hay hipotecas, alquileres, créditos, recibos, comida y servicios básicos que pagar, y caprichos que todos queremos mantener porque configuran nuestro mundo interno. Pero nos ponen en jaque, nos piden salir a trabajar porque las máquinas piden acción, y el señor dinero quiere más beneficios a costa de la salud de muchas y muchas personas, del esfuerzo común, del trabajo incansable en los hospitales y la solidaridad sanitaria.
Será difícil evitarlo, pero será posible reflexionar sobre esta situación. Volver a nuestro espacio interno de quietud, de paz y de amor para ver cómo ayudar al encuentro entre las dos solidaridades. Solo desde el trabajo interno responderemos desde lo individual, para luego conectarlo con lo grupal. Cuantos más seamos, más fuerza tendrá este encuentro solidario.
Sin querer convencer, el In & Out que me gustaría compartir acerca del desencuentro solidario es la siguiente:
El Out, ¿realmente vale el dinero que pagamos por las cosas que adquirimos? ¿Son normales los precios de alquileres, pisos, coches, servicios básicos? ¿Tiene sentido real que se inflen e inflen sin parar, con márgenes por todos los lados que encarecen de manera absurda? En resumen, ¿queremos seguir pagando tanto?
El In, ¿realmente necesitamos tantas cosas para ser felices? Respiremos hondo, volvamos a la cueva de nuestro corazón y abracemos como nunca nuestra alma, con ternura y fuerza a la vez. Verás qué liberación, qué paz, qué luz; verás que ella te llena y tú la llenas, que se unen, porque la felicidad no está fuera, sino dentro y, en esta paz, no necesitamos tantas cosas. En resumen, ¿podemos ayudar al encuentro solidario sin la necesidad gastar tanto?
El In & Out, o como la solidaridad puede unir de verdad.
¡¡¡¡Un saludo y cuidaros!!!
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