El ingrediente más importante en la fórmula del éxito es saber llevarse bien con los demás. Theodore Roosevelt  

De entre los muchos aprendizajes que he realizado en los últimos años, uno de ellos es de los que considero más valioso. Un principio que a menudo se olvida en las empresas, en los proyectos, en las organizaciones o en cualquier equipo. Un maravilloso e imprescindible principio que olvidamos con demasiada frecuencia pero que es muy sencillo: Cuanto más profundas sean tus relaciones, más fuerte será la empresa, porque el principal negocio en los negocios es contactar con personas y añadirles valor.

Una empresa no es más que una iniciativa humana que une a varias personas en torno a algún sueño maravilloso, que las anima a expresar su valentía al máximo y a aportar un gran valor a aquellos a los que sirve. A pesar de tanta tecnología, a pesar de tantos cambios en el mundo empresarial actual, hemos olvidado que la clave de todo está en las relaciones y las conexiones humanas, porque el único gran propósito de una empresa es ser útil al mundo y a otras personas.

En realidad, un negocio no es más que una especie de conversación y si la empresa olvida avivar esa conversación y las relaciones entre los implicados, la conversación acabará pronto y el negocio fracasará. Las mejores empresas cuentan no solo con equipos de personas que rinden al máximo, sino con equipos de personas que que mantienen inmejorables relaciones.

La empresa debe ser un vehículo para ayudar a otras personas. El dinero siempre sirve a la aportación y no a la inversa y cuanto más aporte a todos los elementos implicados en la empresa mayor será el éxito financiero de la empresa. Si quieres ganar tienes que ayudar a que los demás también ganen. Y para ello solo necesitas dedicarte cada día a expresar lo mejor de ti mismo y dejar una huella fantástica en otras personas. Si de verdad quieres alcanzar tu más alto potencial en los negocios, debes tratar a la gente excepcionalmente bien. Desvívete por tus clientes. Y ayuda a desarrollar las capacidades de tus compañeros porque las cosas especiales nunca se hacen a solas y cuanto más alto sea el objetivo, más necesaria será la ayuda de otros para cumplir la misión. Cuanto más ambicioso sea el sueño más importante será el equipo.

Una organización invencible no es más que una serie de magníficas relaciones que se extienden por toda la empresa, todas ellas centradas en algún edificante resultado. Por ello, las relaciones extraordinarias y poderosas nos darán una empresa extraordinaria y poderosa.

Seguro que podrías decirme que no tienes tiempo para crear mejores relaciones con tus compañeros, que no te lo puedes permitir. Pero lo que no puedes permitirte es no hacer un esfuerzo por conectar con las personas con las que pasas casi todo el día.

Piénsalo. Pasas la mayoría de las horas de la mayoría de los días de la mayoría de los años de tu vida con tus compañeros de trabajo. ¿No te parece sensato llegar a conocerlos y mantener magníficas relaciones con ellos? Te sentirás parte del grupo, sabrás que tienes a tu alrededor una comunidad que te apoya y en cuanto tus compañeros empiecen a ver que los apoyas, te corresponderán. La ley de reciprocidad es una de las leyes más fuertes que rigen las relaciones humanas. Si de verdad ayudas a los demás, los demás harán cualquier cosa por ayudarte a ti. Si de verdad te entregas a un compañero, el compañero se entregará a ti. La ley de la reciprocidad dice que las personas sentimos de manera natural la obligación y el deseo de responder con bondad y apoyo a las personas que nos la han ofrecido en primer lugar, pero también dice que hay que hacerlo de verdad, de corazón y sin esperar nada a cambio. Si damos con sincera generosidad, obtendremos resultados positivos.

En uno de los cursos de formación que realicé hace ya unos cuantos años, tuve que hacer un ejercicio que nunca olvidaré. Al final del curso había aprendido la importancia de forjar relaciones profundas, fuertes y de confianza.

A todos los participantes nos hicieron una prueba para ver si recordábamos las principales ideas que nos habían enseñado, y la última pregunta era la siguiente:

«Escribe el nombre (nombres) de la persona de la limpieza de la empresa en la que trabajas, esa persona que se dedica a limpiar para que cuando entres en la empresa por la mañana, todo esté a punto para ti».

¿Os imagináis la cara que se me quedó al leer la pregunta? Había visto a esas personas alguna vez, pero jamás me había tomado el tiempo de conocerlas. Pues bien, suspendí el examen (en realidad lo suspendimos todos). Si no contestabas bien a esa pregunta, no podías superar la formación.

Ese día recibí una lección que todavía hoy llevo conmigo: si de verdad quieres que tu empresa esté a la cabeza de tu sector, todo el mundo que esté dentro de la organización importa. Todo el mundo que trabaje en la empresa es importante. Todas las personas de la empresa tienen que estar comprometidas y conectadas, porque la calidad de una empresa depende de la calidad de las relaciones entre sus trabajadores. Todo el mundo importa. Las acciones de cada trabajador cuentan. Cada relación se expande por toda la empresa. Una buena relación inspira la siguiente conversación, que a su vez inspira una tercera. Y la onda expansiva al final determina la esencia de la empresa y la calidad de los resultados que se obtienen. Así son las relaciones dentro de una organización. Todo el mundo tiene una historia que merece la pena ser escuchada y todo el mundo conoce alguna lección que vale la pena aprender. La gente hace negocios con personas que les caen bien, con personas en las que confían, con personas que hacen que se sientan especiales.

Para que alguien te tienda una mano tienes que llegarle al corazón y desde la humildad es mucho más fácil. Al final, lo que las grandes personas tienen en común es que todas ellas ponen énfasis en la importancia de llevar una vida feliz y llena de significado y solo es posible tendiendo la mano a los otros desde el corazón. No esperes a que alguien busque relacionarse contigo; empieza tú el proceso de conexión. Dirige tú el camino.

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