La innovación es el estado adaptativo que permite asegurar la supervivencia y la convivencia. No es un estado excepcional fruto de un momento inspirativo, mágico, azaroso… Es la EVOLUCIÓN RESPONSABLE, que se explica a continuación.
- EVOLUCIÓN que genera la experiencia diaria y las necesidades que la misma experiencia demanda.
En el entorno social en el que vivimos, la rapidez en que ocurren las cosas aumenta y la incertidumbre ante lo que va a ocurrir es cada vez mayor.
La respuesta usual que damos a la incertidumbre es la complejidad. Aunque lo recomendable sería que fuera la simplicidad. Pero ello implicaría renunciar a muchas cosas que creemos que son imprescindibles porque ya las hemos incorporado en nuestra manera de vivir la cotidianidad.
- RESPONSABLE, porque es dar respuesta a lo que nos crea tensión, a lo que nos confronta como inadecuado para seguir sintiéndonos seguros.
Las certezas que nos daban seguridad cambian y aparece la urgencia de volver a construir nuevas certezas sobre las cosas, los hechos y nosotros mismos. Necesitamos adaptarnos para poder conservar lo que hasta ahora nos ha permitido preservar la capacidad de seguir aprendiendo y convivir.
Si la innovación es la evolución responsable, ¿cuáles son las consecuencias de la no-respuesta ante la insistencia de la propia experiencia y de la demanda recurrente de quienes nos rodean? Fácil: la INVOLUCIÓN IRRESPONSABLE.
- INVOLUCIÓN, porque no dar respuesta no es inocuo. Muchas veces negamos la necesidad de darla y construimos la ilusión de que no es necesaria y de que puede alterar en demasía el sistema de certezas y seguridades que nos permite mantener la armonía, aunque sintamos de forma preocupante que ésta es una falsa armonía.
- IRRESPONSABLE, porque no damos respuesta. Porque no respondemos a lo que se nos presenta como evidente y la comprensión de los hechos nos indica una necesidad de actuar.
En el ámbito de la Educación, las evidencias de la experiencia y la comprensión de la misma nos dicen que los humanos configuramos nuestro carácter y personalidad entre los 0 y los 6 años; que nuestra capacidad de atención es limitada; que para aprender hay que construir relaciones y vínculos significativos; que las fortalezas son la llave que nos permiten abrir nuestras potencialidades; que la palabra y la construcción de narraciones nos amplían lenguajes y capacidad de comprensión; que la diversidad y la variabilidad en formas de hacer y de ser hacen sostenibles las comunidades, entre otras muchas cosas.
Innovar en Educación es poner a educadores con mucha experiencia y con buenos sueldos a construir las bases del sentir y el pensar a los niños y niñas en convivencia; hacer que las aulas sean lugares seguros donde disfrutar el gozo intelectual de aprender, en movimiento, viéndonos unos a otros, pudiendo narrar y contar conectando experiencias y saberes distintos; poder mostrar lo que sabemos explicándolo, dejando de contestar a un sinfín de preguntas de test, como si la vida, a cada pregunta que se nos presenta, tuviera una única respuesta. Innovar en Educación es valorar las fortalezas de cada niño y joven y, desde ellas, ampliar lo que puede ampliarse o mejorarse.
Innovar en Educación es vivir la diversidad biológica de la naturaleza y, consecuentemente, educar a seres humanos diversos que viven en entornos donde las cosas son probables, dejando de trabajar para homogenizar currículums, como si los humanos fuéramos homogéneos.
Es encontrar lo común de lo diferente, es compartir procesos vitales y pensar en múltiples dimensiones. La realidad es compleja y la mirada y el pensamiento que permiten comprenderla son globales y sistémicas.
Es hacer que los jóvenes puedan disfrutar del acto de descubrir, dejando de estar pendientes de obtener una nota que les permita acceder a dar lo mejor de ellos mismos. Y que, al llegar a la universidad, los reciban educadores que los provoquen y seduzcan para potenciar su frescura, que les miren a los ojos y que sientan que están en el aula con ellos porque quieren compartir y aportar juntos nuevos conocimientos que permitan mejorar la calidad de vida de la comunidad en la que se criaron, pudiendo construir su propio camino curricular para hacerlo posible.
Y es hacer que, cuando lleguen al mundo laboral, puedan equilibrar su tiempo profesional y personal, dejando de ser considerados por las horas de presencia física, aunque su productividad descienda por falta de atención. Que haya espacios donde aportar, dejando de obedecer a estrategias a las que no se han podido vincular ni aportar su pasión ni su saber. Es poder ser únicos, expresando su talento sin ser rechazados por no ser iguales a quienes les contratan, quienes siguen creyendo que la homogeneidad es más cómoda de gestionar, aunque intuyen que la variabilidad es la que puede asegurar el futuro y que una organización donde todos saben lo mismo y todos no saben lo mismo, no es sostenible.
Innovar es dar respuesta, rompiendo el individualismo y convivir, haciendo de la comunidad un lugar donde conocer y reconocerse mutuamente. Participar de lo común, haciendo que las cosas sean posibles, corresponsabilizándose de lo público, comprometiéndose más allá de nosotros mismos.
Sabemos todo esto y mucho más. Los educadores en las escuelas y los profesionales en las empresas lo saben porque lo viven cada día y muchos sienten la necesidad de dar respuesta y la dan. Los científicos, porque lo demuestran y porque seguirán aportando evidencias que harán insoportable no dar una respuesta contundente. Y los gobernantes porque se lo han contado y esperan que la presión lo convierta en prioritario.
Hay educadores, profesionales, políticos comprometidos en que niños y jóvenes puedan construir su espacio de encuentro y convivencia, reconociéndoles su capacidad de evolución responsable.
Pero también hay miedo a perder lo que silenciosamente vamos perdiendo, en el inútil intento de conservar unas certezas que ya se esfumaron, y falta de gratitud por lo vivido y valentía para abrir nuevas maneras de hacer y sentir.
Demasiados silencios y actitudes impiden y enlentecen las respuestas necesarias para no involucionar.
Queremos y necesitamos construir un futuro que nos permita poder sentir la dignidad de ser humanos.
Fundador i director de l’Institut Relacional | Fundador y director del Instituto Relacional.
jqf@institutrelacional.cat | jqf@institutorelacional.org | Linkedin
Gracias Joan. Cada afirmación tuya tiene nombres y caras conocidos. Yo mismo podría ser una de esas caras. Darnos el permiso para evolucionar responsablemente es uno de los primeros pasos a dar. Conectar con aquello que queremos dejar como legado cuando marchemos… Desconectar del deseo de auto complacencia libera muchas energías para realizar este camino. Y hacerlo junto a otros nos re-conecta con la esencia comunitaria del ser humano.
Esto no son teorías, son pura experiencia en carne y hueso.
Genial. Gràcies.
Fa pocs dies va morir Xavier Melgarejo, gran defensor del model finlandès i lluitador i testimoni coherent de vida amb el seu exemple.
Endavant !!!!