por SUSANA BAENA, maestra de primaria y logopeda, y ÀLEX MUÑOZ, pedagogo y colaborador del Instituto Relacional.
Maestras y maestros velamos para mantener un modelo relacional con niñas y niños, que les dé seguridad, donde se sientan especiales y puedan desarrollar todas sus potencialidades.
Muchas veces nuestra tarea educativa la centramos en el alumnado, pero ¿qué hacemos para que la familia se sienta partícipe de esta red relacional que generamos con las niñas y los niños? ¿Cómo vinculamos a las familias en lo que pasa en la escuela? ¿Qué iniciativas llevamos a cabo más allá de los informes o mails informativos, a menudo impersonales? ¿De cuántas familias conocemos sus nombres? ¿Sabemos qué hacen en su vida? Quizás sabemos que la madre de Jorge, es médica, pero ¿de qué? ¿Y cómo se llama el padre de Jorge?
En ocasiones, las familias son unos agentes sin personalidad dentro de la escuela, no sabemos quiénes son ni qué hacen más allá de ser padres, madres, abuelos, abuelas… Ellas y ellos también forman parte de la comunidad educativa y de los procesos de aprendizaje de las niñas y niños.
Desde la práctica y el día a día, os ponemos algunos ejemplos que ayuden a dar un valor y posicionar a las familias en otro lugar dentro del centro y su relación con el entorno.
Un elemento esencial para visibilizarlas es saber cómo se llama cada familiar. Un «hola Jordi, ¿como estás?» hace que empieces una entrevista diferente. O un «adiós, Cristina, ya me explicas mañana cómo ha pasado la tarde María, que hoy ha tenido un poco de dolor de estómago», hace que el espacio creado sea más próximo y cálido, un espacio donde podremos trabajar en conjunto para conseguir un mismo objetivo: la educación integral de las niñas y los niños. Así, si María el día siguiente no viene, podremos escribir un mail a la familia en nombre de toda la clase preguntando cómo se encuentra y deseando que se mejore. Esto hace que el contacto de María con el grupo vaya más allá del espacio presencial.
La idea es mantener una relación afectiva con niñas, niños y familias, tenerlas presentes y hacerlas visibles cuando no están, generar una red de relaciones donde todos los agentes educativos estén presentes. De esta forma, María y su familia, se encuentran incluidas en el día a día del aula.
La primera vez que las familias conocen a la tutora o tutor de sus hijos e hijas es al inicio del curso. Es lo que llamamos momento de oro, nuestra «primera cita», y tenemos que cuidar todos los detalles. Iniciar la reunión con una canción, un juego o un cuento les da unas ganas muy especiales de hacer y vivir la educación, y les vuelve protagonistas. Es importante que nos conozcan como personas y no únicamente como la autoridad dentro del aula. A veces, mostrarnos de manera auténtica genera mayor proximidad y confianza para compartir desazones y trabajar conjuntamente.
En nuestro día a día, como en toda relación, los detalles se deben seguir cuidando. A veces pasan cosas lindas en la clase y no las compartimos. ¿Por qué no enviar una nota, escribir un mail o hacer una llamada a madres y pedres explicando que su hijo o hija ha ayudado a otro niño en el patio? ¿O afirmando que se está esforzando para mejorar.
Para visibilizar estos pequeños detalles y destacar la singularidad de cada nina y niño, tenemos que buscar diferentes estrategias y espacios. Por ejemplo, al final de la semana podemos pedirles que comenten una acción con la que se hayan sentido singulares y compartirlo con las familias a través de un mensaje les felicite por el logro. Ser madre a padre no es fácil y, de vez en cuando, si reconocemos lo bien que lo están haciendo, les anima a continuar trabajando en equipo por sus hijas e hijos.
Niñas y niños deben ver siempre una buena comunicación entre la escuela y la família. En su presencia nunca debemos hacer comentarios negativos respecto a sus familiares. Si necesitamos hablar con la persona responsable, lo haremos directamente y no les utilizaremos para mediar: «dile a tu madre que te compre ya un lápiz».
Por otra parte, la familia no se tiene que sentir juzgada, sino que les entendemos y vemos que a veces no llegan, y que les ayudaremos en nuestro día a día. Animemos siempre a alumnas y alumnos a cuidar de sus familias, diciendo cosas bonitas, haciendo detallitos, masajes, compartiendo las cosas que les hacen felices o les quitan el sueño…
Si comentábamos la importancia del primer encuentro con las familias en la reunión de inicio de curso, también hay que comentar cómo podemos hacer un buen cierre. A menudo las familias de la clase se coordinan para hacer un pequeño regalo a la tutora o tutor en Navidad o al final de curso. Escribir un mail agradeciendo este detalle es un acto que agradecerán y creará un vínculo más estrecho.
¿Y cuando acabamos con los y las alumnas y sus familias una etapa? Compartimos muchos momentos especiales, por lo que idear una buena despedida es importante. Escribir una carta o un mail personalizado a las familias, agradeciendo todo el trabajo que han hecho, felicitándoles por las hijas e hijos que tienen, diciendo que les echarás de menos, es poner buen fin a un camino en el que nos hemos acompañado.
Cómo decíamos, entendemos que toda relación se tiene que cuidar y, si realmente queremos generar un vínculo que acompañe y dé solidez a las niñas y los niños que están en nuestra aula, debemos conocer y reconocer a las personas que son significativas en sus vidas, como son sus familiares. Crear estos pequeños detalles harán que nuestras relaciones dentro de la escuela sean más sólidas y, seguramente, la confianza y la red de relaciones afectivas que sostienen el proceso educativo sean mucho más enriquecedoras.
ESCRIBEN: SUSANA BAENA, maestra de primaria y logopeda, y ÀLEX MUÑOZ, pedagogo y colaborador del Instituto Relacional.