(Resumen de la ponencia del autor en Coaching Experience 2016).
El pasado día 4 de junio tuve el placer de poder participar como ponente en Coaching Experience 2016, evento organizado por coaches y para coaches con el fin de compartir conocimientos, metodologías, herramientas y vivencias; este año con el claim “Construyendo Relaciones de Valor”.
En mi intervención compartí algunas claves del modelo de Coaching Relacional de Instituto Relacional, uno de los modelos que nos inspiran en focus inside a la hora de abordar el desarrollo de las personas y las organizaciones.
El modelo Relacional, nos invita a ver al ser humano como un ser eminentemente Relacional en lugar de como un ser Social. ¿Y qué quiere decir esto? Que las Relaciones son el elemento clave para el desarrollo y la supervivencia de las personas por delante del concepto de Sociedad. Es decir, podemos elegir vivir sin en soledad pero, incluso en ese contexto, necesito las relaciones para sobrevivir. Podemos usar como ejemplo un Ermitaño, que elige vivir sin otras personas a su alrededor, pero eso no quiere decir que renuncie a las relaciones. El ermitaño, históricamente retiraba de la sociedad para cultivar la relación con su Dios; con él conversaba, a él le escuchaba y a él le rendía reconocimiento su día a día. Saliendo del aspecto religioso, algunos ermitaños, en sus retiros, simplemente se comunican con la “Naturaleza”… a ella le piden, le ofrecen, etc. Otro aspecto recurrente en muchas de las personas que eligen vivir sin otras a su alrededor es que optan por tener animales “de compañía”, y con ellos juegan, discuten e incluso se sinceran. En cierto modo, necesitamos de “un otro” con el que relacionarnos, pero no necesariamente tiene que ser un ser humano (sociedad).
¿Y qué es relacionarse?
Relacionarse, básicamente tiene que ver con Pedir, Ofrecer, Acordar, Escuchar y Reconocer. El cómo realizamos estos 5 actos tan cotidianos determina en gran medida cómo son nuestras relaciones con los demás.
Podemos pensar, por ejemplo, que Pedir es fácil, pero ¿pido siempre que necesito algo o a veces necesito y no pido? ¿Pido más de lo que necesito y de manera constante? ¿Pido de manera concreta definiendo qué necesito, cómo lo necesito y cuándo? Y si no pido ¿es por no molestar (no merezco)? ¿Es porque creo que algunas cosas no tendría ni que pedirlas y las deberían ofrecer los otros sin yo pedirlo? … Es interesante ver algún ejemplo que podemos encontramos en una sesión de coaching:
Cliente: ¿Estoy harto de pedirle que deje de hacerlo?
Coach: ¿Cómo se lo has pedido? ¿Qué le dijiste?
Cliente: No se lo he dicho tal cual… en realidad se lo he dejado claro muchas veces con alguna reacción. Se lo he insinuado con algún comentario indirecto…
Coach: ¿Ah sí? ¿Cuéntame?
Cliente: Mira, es igual… hay cosas que no hace falta explicarlas o pedirlas, y esta es una de ellas. Si le importase y me conociera bien tendría que saber que no quiero que lo haga….
Este cliente no estaba pidiendo claramente algo que para él era muy importante. Además, explorando con detalle otros conflictos de su día a día, en la mayoría de casos se repetía este patrón respecto a su manera de Pedir con las personas más cercanas.
Si analizamos lo que hay detrás del “simple” acto de pedir, veremos que Pedir de manera adecuada no es tan fácil como puede parecer de entrada. Y pasa exactamente lo mismo en los otros 4 actos, ya que cada acto esconde una gran cantidad de matices y aspectos relevantes en el impacto emocional y en la respuesta que generamos en “el otro”, para bien y para mal.
Según tu manera de realizar los 5 actos relacionales tiendes a generar diferentes tipos de vínculo con los otros y, por tanto, diferentes tipos de relaciones. En el fondo, tal y como se explica en el modelo Relacional, Nuestro bienestar y felicidad son directamente proporcionales a la calidad de las relaciones que mantenemos.
Y tú: ¿Cómo Pides? ¿Cómo Ofreces? ¿Cómo Acuerdas? ¿Cómo Escuchas? ¿Cómo Reconoces al Otro?
Miguel Ángel Marfil Rubio