Lo relacional es transversal en nuestras vidas. Cada persona lo vive en relación a su singularidad, y cada ámbito lo incorpora en base a sus objetivos. En esta nueva etapa, quisimos conocer cómo profesionales de la salud, la educación, el mundo social y la empresa aplican lo relacional en sus espacios de trabajo.

Esto es lo que nos contestaron:

YOLANDA AGUILAR – Supervisora de Enfermería. Calidad y Seguridad al Paciente de la Clínica Corachán.​

Soy enfermera desde hace 24 años. He rotado por todas las plantas de un hospital con mi destino final en Servicios Especiales y ya son 18 años los que llevo como supervisora de Enfermería. En mi trayectoria profesional y personal tengo clara la importancia y el impacto positivo de las relaciones interpersonales. La calidad asistencial de nuestros cuidados sobre el paciente dependen, en buena medida, de la capacitación para fortalecer y propiciar relaciones de calidad en nuestro entorno. El reconocimiento, la visibilidad, el respeto y la aceptación, sobre todo de la persona que hay detrás de cada profesional, es esencial, y lo es para que el paciente reciba una atención de excelencia en su persona y una pronta recuperación de su salud.

Esta calidad en la forma de relacionarnos, comunicarnos, reconocernos y darnos visibilidad, son clave para evitar interferencias con los prejuicios al paciente, a compañeros o hacia uno mismo, derivados de nuestras percepciones personales. En esta pandemia COVID 19 hemos estado todos desnudos. Hemos cambiado nuestra mirada. Fragilidad, vulnerabilidad, miedos, incertidumbre, luchar por la vida, enfrentarse a la muerte, se han percibido en nuestras pieles. Sin embargo, ha sido en este tsunami de emociones, en medio de la batalla, cuando de forma natural nos hemos reconocido todos. Cada uno de los profesionales: médicos, enfermeras, pacientes… nos hemos dado cuenta de que es necesario cuidarnos por dentro para ser y dar lo mejor por fuera. 2020 sacudió todo nuestro presente y nos hace desear que este 2021 sea el año relacional a nivel profesional y, como no, a nivel personal.

BELÉN BLANCO – Responsable pedagógica de la Red de Colegios Marianistas de España.

La educación es, en esencia, relación. Vínculo entre los seres humanos con el fin de comprender el mundo y aprender a convivir con los demás. Es un acto relacional en el que un alma con otra alma se convierte en la mejor fórmula pedagógica para llegar a ser lo que cada uno está llamado a ser en esta vida. La relación es, a la vez, comunidad, y todas las relaciones  que se establecen entre las personas que forman parte de esa comunidad unidas por la tarea común de educar a los niños. Relaciones entre personas y agentes educativos. Desde el mes de marzo, la distancia física exigida por la situación actual está revalorizando la importancia de la relación en la educación. Nos ha hecho conscientes que sin esa relación es muy difícil garantizar el aprendizaje. Por eso tenemos, más que nunca, priorizar el cuidado del otro y de las relaciones que se establecen en la escuela entre todos los agentes educativos. Educadores, alumnos, familias… todas las personas que forman parte de la escuela.

Hay, más que nunca, que primar la escucha, el diálogo, el reconocimiento del otro, buscar el equilibrio entre la afectividad y la efectividad. Como educadores, debemos trabajar por establecer un currículum en el que el conocimiento contribuya al desarrollo de las competencias relacionales necesarias para un nuevo humanismo donde se imponga el bien común tan necesario para afrontar esta situación y para regenerar un mundo mejor.

La tecnología ha llegado fuertemente al mundo educativo. Hay también que aprovecharla para ponerla al servicio de estas relaciones. Humanizarla. Que nos ayude a liberar tiempos y espacios y a centrarnos en lo único que no puede sustituir la tecnología. Generar el vínculo, generar el acto relacional que, a su vez, provoca la emoción que garantiza el aprendizaje.
Más que nunca estamos llamados a poner las relaciones en el centro de nuestras comunidades educativas para, entre todos, salir juntos de esta situación.

ISMAEL LARA – Responsable de Cultura, Innovación y Talento de SEAT.

La calidad de nuestras relaciones no es solo importante en estos momentos, sino imprescindible. En este momento de pandemia, más que nunca. Sabemos que la ausencia de relaciones significa la negación de una persona. Y sabemos también que una clave de la felicidad para cualquier persona es sentirnos parte de un grupo, de una red, tener apoyos, compartir y sentirnos queridos y poder cuidar y sentirnos cuidados. Pues, en estos momentos, esto es vital, en mi opinión, para disminuir el nivel de alerta y peligro que podemos sentir por haber descubierto que somos más vulnerables de lo que pensábamos, y que nuestro bienestar y comodidad están disminuyendo, sino casi desapareciendo.

JULIÁN CARRANZA – Director de desarrollo organizativo de Greenpeace España.

Nos encontramos en un momento social en que los medios, los políticos, han pervertido el sistema de comunicación y reconocimiento entre nosotros. Se valora más aquello que está próximo, aquello que nos confirma, aquello que pensamos que aquello que es diferente o aquello que discrepamos.  Y en ese momento desaparece la posibilidad de encuentro, de reconocimiento, de acercamiento o de negociación. La base de las relaciones humanas está en el reconocimiento del otro, en la integración. La tribu se construye entre la aportación de todos y de todas. No es factible desde el sectarismo o desde el abandono por parte de las ideas y de parte de los valores. Si no conseguimos una construcción social comunitaria, difícilmente podremos avanzar como sociedad.

MAR MESTRE – Directora Área clientes de Suara Cooperativa

Trabajo en el sector de atención a las personas en Suara Cooperativa y lidero un equipo de dos mil profesionales, la mayoría mujeres, que conforman el servicio de atención domiciliaria en la ciudad de Barcelona. Tengo la suerte de compartir mi día a día con profesionales excepcionales. Unas auténticas cracks que han puesto lo mejor de ellas para cuidar de los adultos mayores que viven en sus domicilios, y también para cuidarse entre ellas mismas.

Como equipo hemos aprendido pocos días después del inicio de la pandemia que necesitábamos compartir entre nosotras lo que estábamos viviendo. Comenzamos una iniciativa voluntaria de enviarnos vídeos para darnos ánimo. Pensábamos que así podríamos generar comunidad, complicidad, equipo, ayuda mutua…

La experiencia fue brutal. En pocos días teníamos montañas de vídeos que hicieron entre ellos para darse soporte. También recibimos vídeos de personas que habían trabajado con nosotros y que también querían formar parte de aquel momento. De personas que estaban enfermas. Del Servicio de Salud, desde servicios de Atención Primaria… Es que cada día entre las 7 y las 9 de la mañana esperaban el vídeo del día. El primer «bon día» del equipo era como un chute de energía y, sin esperarlo, visibilizó el servicio. Compartían los vídeos, nos escuchaban, reconocían el trabajo, recibíamos agradecimientos.

Las personas atendidas agradecieron que fuésemos en el momento excepcional como el que hemos vivido. Que les llamáramos si no podían ir. Que reinventáramos, haciendo videollamadas. Las hemos protegido y nos han protegido. También hemos recibido despedidas de muchas de ellas y hemos acompañado a las familias en su duelo.

Hemos visto el amor de muy cerca. El amor de personas que atendimos, de compañeros de trabajo, de familiares, de padres, madres, amigas, vecinos, conocidos. Así que surgió una iniciativa de homenajear a todas las personas que murieron durante la pandemia y salimos todas a la calle, a las plazas, e hicimos un minuto de silencio. Y cuando acabamos, de manera espontánea, aplaudimos. Y también, recibimos aplausos desde los balcones, porque durante esos meses, vivimos y sentimos miedo, dolor, rabia, tristeza. Lloramos, reímos, hemos estado alegres, orgullosos de lo que habíamos hecho. Hemos tenido que descansar.

Nos hemos aprendido a cuidar, porque así nos cuidábamos entre todas, hasta que aprendimos que eso era la nueva normalidad. Hemos hablado de las emociones, de lo que nos pasaba. Nos hemos escuchado y, en realidad, nos hemos tocado más que nunca, porque hemos alimentado el alma sin distancias de seguridad, porque sabíamos que lo necesitábamos y que somos vulnerables.

Teresa Terrades. Docente y coordinadora pedagógica de IES Escola Intermunicipal del Penedès.

En la educación, nada es estático, todo se repiensa continuamente. Lo que ha removido el virus, ha servido para repensarnos desde la mirada constructiva y de futuro.

Aún no estamos preparados para abandonar las aulas, la presencia no la podemos sustituir. Nos jugamos el vínculo educativo, la equidad, la construcción de la singularidad y la del grupo, que es el espacio donde se aprende el bien común.

Si el mundo virtual se impone a fuerza de Covids, tendremos que inventar una nueva presencia que garantice todos estos intangibles. Tenemos que hacer de la escuela un espacio de cuidado; de protección a la salud entrará más fuerte dentro de las aulas. Y debemos agregar un concepto: cuidar el estado físico, intelectual y emocional del alumnado. También, muy especialmente, el del profesorado.

Coral Regi. Directora de la Escuela Virolai de Barcelona.

Al comenzar esta pandemia, cuando cerraron las escuelas el 13 de marzo, comenzamos a preocuparnos por muchas cosas. Pero en seguida nos dimos cuenta de que lo más importante no era acompañar a los alumnos en el aprendizaje, sino acompañarlos en sus problemas emocionales.  Necesitábamos educar a chicos y chicas para que sintiesen que continuaban cerca de la escuela, que continuaban estando en el centro de nuestra atención.

No fue una situación fácil, y tampoco lo fue el regreso a la escuela. Teníamos muchos miedos: nosotros, los niños, las familias, los jóvenes… todos estábamos preocupados por la situación que era absolutamente diferente. Grupos cerrados, salidas complicadas. También nos encontrábamos con el aislamiento que representaba para nosotros la mascarilla.

Todo eso no fue fácil, sobre todo en niñas y niños. Los chicos y chicas han demostrado una gran responsabilidad, y nosotros nos hemos dado cuenta de que, lo más importante en la escuela no es lo que se enseña, los contenidos; lo más importante es garantizar que tenemos chicos y chicas con una fuerte inteligencia emocional.

Esta fuerte inteligencia emocional que necesitan nuestros niños, que necesitamos todos y todas, implica que la escuela priorice todas las actividades de acompañamiento, todo lo que implique el entender al otro, todo lo que implique, sobre todo, escuchar. Escuchar sentimientos, escuchar emociones. Hay muchos días tuvimos que decir a un grupo de clase que volvería a casa, que se confinarían. Y eso es duro para los niños, sobre todo para los jóvenes.

Necesitamos en este entorno garantía de acompañamiento. Garantía de que es una situación que pasará y nos quedaremos con lo mejor de esta experiencia, que es que, realmente, nos hemos dado cuenta de que lo más importante son las personas y que lo más importante en la escuela es escucharnos y escucharnos los unos a los otros.

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