Sin duda, la pandemia ha puesto el acelerador a los proceso de cambio. Hay quienes han podido adaptarse, pero la gran mayoría vive con temor la incertidumbre que nos rodea, generando resistencia y hasta un bloqueo en su funcionamiento diario. Si para una persona el estancamiento es preocupante, para una organización puede significar caos y grandes pérdidas económicas.
Pero los entornos complejos, volátiles e inciertos no son algo nuevo, por ello, se nace la metodología Agile, cuyo principal objetivo es dotar de flexibilidad a las organizaciones con tal de acompañarlas a transitar el proceso de una manera adaptativa y evolutiva. «En 2001, en Estados Unidos, empieza un equipo de tecnólogos y firma el primer manifiesto Agile que, ahora mismo, está llegando con mucha fuerza aquí en Europa y, concretamente, aquí en España», explica Marta Badias, consultora organizacional y co-founder de Hr Agile Institute.
Aunque Agile es una herramienta para crecer y alcanzar los nuevos desafíos, en las organizaciones, sin embargo, siempre hay puntos que entran en conflicto con su implementación. Según Antonio Cano, también co-founder de Hr Agile Institute, hay las que se resisten al cambio, las que siguen la moda y realizan una «agilidad estética», y las que realmente se comprometen y consiguen la transformación interna. No es fácil, agrega Marta, porque, al ser conformadas por personas, las organizaciones deben enfrentar el miedo a perder valor, en el caso de las jefaturas, y a ganar responsabilidades, en el caso de los equipos. Son lo que llama «puntos de dolor».
[R]evolución Relacional es conducido por Joan Quintana, director del Instituto Relacional, y puedes encontrarlo en Spotify. Escucha este episodio aquí: